Si te dedicas profesionalmente a la compra o venta de productos físicos o si formas parte de la cadena de distribución o de la gestión logística de una empresa, seguro que no eres ajeno al concepto del sobrestock.
Sobre este tema hablaremos bastante en el blog de iBlevel. En esta primera entrada definiremos el concepto y repasaremos los productos que son más susceptibles de generar sobrestock. Más adelante, veremos cuáles son los factores que conducen al exceso de stock, cuáles son sus consecuencias, cómo afrontar este problema y de qué manera se puede dar salida a determinados productos.
Ante todo cabe destacar que, lidiar con una situación de sobrestock es un problema logístico bastante común para fabricantes o vendedores de bienes tangibles. En la mayoría de los casos, los problemas de sobrestock se pueden evitar mediante una correcta planificación y coordinación de la cadena logística. Pero, también hay casos en los cuales el exceso de stock es inevitable y la empresa se ve forzada a tomar la decisión sobre qué hacer con esa mercancía que tiene inmovilizada en el almacén.
¿Qué es el sobrestock?
Se llama sobrestock, exceso de stock o exceso de inventario a la acumulación de productos o materia prima que permanece inmovilizado en un almacén por falta de rotación y demanda.
Por tanto, tendremos sobrestock cuando entre más mercancía en nuestras instalaciones de la que sale.
De la misma manera podemos entender la sobreproducción. Nos enfrentamos a una situación de sobreproducción cuando hemos fabricado más producto del cual conseguimos vender en el mercado.
En ambos casos se trata de una discrepancia entre la oferta y la demanda y ambos casos producen un cuello de botella que puede tener graves consecuencias económicas para la empresa.
En la mayoría de los casos, los problemas de sobrestock se pueden evitar mediante una correcta planificación y coordinación de la cadena logística (…) También hay casos en los cuales el exceso de stock es inevitable.
¿Qué tipo de productos son más susceptibles a caer en sobrestock?
Realmente, cualquier tipo de producto físico o cualquier materia prima puede caer en una situación de sobrestock, pero hay algunos productos y algunas circunstancias ante las cuales el riesgo es mayor. Para facilitar la comprensión de cada caso, los vamos a clasificar de la siguiente manera:
Productos en fin de vida
El ciclo de vida de un producto es el camino que recorre un bien desde el momento en que sale al mercado hasta que se retira de este.
Este ciclo se divide en cuatro fases:
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- Introducción: Es la primera fase y hace referencia al periodo en que se lanza el producto al mercado. En este momento no esperamos un pico de ventas, sino, buscamos hacer nuestra primera toma de contacto con el mercado y con paciencia y determinación ganarnos su confianza.
- Crecimiento: Esta segunda fase gira en torno al crecimiento. Poco a poco vemos incrementar las ventas y con ello también los beneficios. Es una fase muy emocionante, ya que aquí se empiezan a recolectar los primeros frutos.
- Madurez: Tras un pico de ventas entramos en la tercera fase del ciclo de vida que se caracteriza por la estabilidad. Es decir, las ventas se estabilizan, los beneficios son visibles y los clientes ya nos ven como una marca y/o producto consolidado. Es la fase de la tranquilidad y el objetivo es mantenerse aquí por mucho tiempo.
- Declive: Pero, como ya sabemos, todo en la vida tiene un comienzo y un final. Cuando llegamos a esta cuarta fase se considera que hemos alcanzado el fin de vida del producto. Es cuando las ventas caen notablemente, los beneficios decrecen y el producto o la marca, poco a poco, dejan de ser rentables. Antes de caer en esta fase, haremos todo lo posible por mantenernos en la fase de la madurez. Pero hay factores que simplemente no dependen de nosotros.
Generalmente, cuando se entra en la fase del declive, se debe a que (1) el producto se ha quedado obsoleto, (2) somos incapaces de atender nuevas demandas o (3) la competencia ha crecido de tal manera que nos hace sombra. Y, ¡ojo! porque cualquier producto o marca por más fuerte que sea y sólida que parezca puede caer en esta fase. Y sino, que se lo digan a Nokia, quien durante años fue el indiscutible líder del mercado telefónico, hasta que, de un día para otro llegaron los teléfonos inteligentes y se quedó completamente obsoleto.
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Dato a tener en cuenta: Una empresa multi-producto puede tener uno o varios productos en fin de vida y continuar su actividad empresarial sin mayores complicaciones. En este caso, el problema será menos grave, simplemente tendrá que asumir la situación y reorientar su estrategia empresarial para minimizar las pérdidas.
Sin embargo, si se trata de una empresa especializada en un único bien (o una única familia de bienes) es muy posible que esta última fase sea el paso previo al cierre de la empresa. Si este es el caso, lo mejor será intentar echar el cierre con las mínimas pérdidas posibles. ¿Cómo? Tratando de sacar el máximo beneficio a los bienes y recursos que nos queden, estos siempre tendrán un valor económico.
Productos descatalogados
Esto puede ser cualquier producto, de cualquier marca y cualquier tipo de empresa. Un producto pasará al estado ‘descatalogado’ cuando la empresa decida cambiar su catálogo de productos actual por otro.
Puede hacerlo para (1) atender nuevas tendencias del mercado, usual, por ejemplo, en la industria de la moda; (2) porque quiera innovar y así evitar quedarse obsoleto en el mercado, como suele pasar, por ejemplo, en la industria tecnológica o (3) puede hacerlo, simplemente, porque quiera cambiar su estrategia de marca, trabajar su reputación o dirigirse a nuevos mercados mediante un nuevo catálogo.
Productos no vendibles por cambio de normativa
En un mundo donde el consumo se ha convertido en la nueva religión para muchos, donde hay tánta producción y tánta rotación de bienes, no es de extrañar que haya también constantes cambios legislativos que traten de mitigar, en la medida de lo posible, el impacto de este ejercicio.
Y es que, en la mayoría de los casos actuales los cambios en las normativas del comercio tienen por objeto paliar los efectos negativos de la alta rotación de productos sobre el medio ambiente o la salud.
Un ejemplo que de seguro todos conocemos, son las medidas impuestas a los fabricantes de automóviles para evitar el exceso de emisiones de gases contaminantes.
Otro ejemplo de actualidad que podemos mencionar, es el de la unificación de los cargadores para smartphones. Seguro que los que habéis tenido teléfonos móviles antes de la era “smart” recordaréis que entonces cada marca de teléfono contaba con un cargador propio. La verdad es que era bastante común ver cajones llenos de cargadores en nuestras casas. Y si cambiábamos de móvil, ese cargador ya no nos servía.
Pero con la aparición de los teléfonos inteligentes, las marcas se vieron obligadas a crear cargadores universales. Literalmente, obligadas. Así pues, nacieron los cargadores con cable USB que hoy todos conocemos. Mucho más práctico, la verdad. Aunque la norma no se cambió por practicidad.
Cada año se generan 50 millones de toneladas de basura electrónica, cifra que se triplicará en las próximas tres décadas.
En la actualidad, los cargadores para móviles se dividen básicamente en dos, los cargadores para iOS y los cargadores para Android. Ahora, sin embargo, la UE pretende dar un último paso para que el 100% de los smartphones dependan de un mismo cargador, con el objeto de reducir así de forma considerable, la “basura electrónica”. Y son medidas necesarias. Según un informe de la Universidad de Naciones Unidas, cada año se generan 50 millones de toneladas de basura electrónica, cifra que se estima se triplicará en las próximas tres décadas, según este artículo publicado por la SER.
Por cierto, si quieres ampliar información acerca del cambio de normativa de los cargadores para móviles, te dejamos este artículo publicado por XATAKA.
Pasamos a la última categoría.
Sobrestocks y sobreproducciones
En la primera categoría de esta clasificación, hablábamos de productos en fin de vida. Aquellos que por un motivo u otro ya no tienen demanda. En esta última categoría hablamos de cualquier tipo de producto. Incluso un producto ‘vivo’ que tenemos en catálogo, cumple las normativas y tiene demanda, sin embargo cae en sobrestock. ¿Serán igual de duras las consecuencias? Veamos.
Si nos equivocamos en los cálculos y compramos o fabricamos más de lo que el mercado (o más bien nuestro mercado) es capaz de absorber, entramos en una situación de sobrestock o sobreproducción. Lo dicho, puede ser cualquier producto, pero quizás si añadimos el elemento de la estacionalidad queda más claro. Piensa en los adornos navideños, artículos de San Valentín, estufas y calefacciones o bañadores y colchones hinchables, por ejemplo. Si este tipo de productos no se venden en tiempo, pueden acumularse. Y de hacerlo, corremos el riesgo de afrontar cambios en el consumo o tendencias de mercado el año posterior y con ello la consecuencia de no librarnos de esta mercancía. No es el fin de una empresa ni se trata del fin de un producto, pero sí puede tener consecuencias económicas que nos alertan de que debemos dirigir y controlar mejor nuestra política de compra o fabricación.
Y con esta clasificación cerramos el post introductorio acerca del sobrestock. Esperamos que algunos de estos datos te hayan servido. Si es así y si te ha resultado interesante, no nos pierdas de vista, pues pronto publicaremos un artículo de continuación de esta temática.
¿Sufres una situación de sobrestock en tu empresa? ¿Necesitas liberar una mercancía que te genera más gastos que beneficios? Contacta con nosotros para una consulta privada y personalizada.
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